Al campo se va ...

Subida a las pilas del Tunio-Ascensión al Palo

El Macizo de Líbar está integrado básicamente por dos alineaciones montañosas de roca caliza con una larga depresión entre ambas. Lo componen la sierra del Algarrobo y Mures, la sierra de Juan Diego, sierra de Montalate, la sierra del Palo, sierra de Líbar, sierra Blanquilla y la sierra de los Pinos. Y las depresiones o poljes de los Pozuelos y Líbar.
El Macizo de Líbar es una de las zonas de mayor pluviosidad de España, habiéndose registrado hasta 2000 mm de precipitación anual en la parte sur del mismo. Todas las aguas recogidas por el macizo vierten al río Guadiaro, tanto por el río Gaduares y arroyo del Cupil (norte), el arroyo de la Garganta de la Pulga (sur) en superficie como a través de las simas de los poljes en forma de corrientes subterráneas.
Históricamente este macizo ha sido utilizado por bandoleros, contrabandistas y comerciantes como paso entre las dos comarcas, serranía de Ronda y sierra de Cádiz. Estas vías de comunicación nos llegan desde los romanos, que las utilizaban para llegar a Acinipo y Arunda (Ronda) desde Ubrique y otros pueblos de la sierra. En la actualidad se continúan usando por ganaderos de las fincas de los alrededores y especialmente por viajeros que buscan el disfrute de este espacio natural protegido.
 
 
Cerca del cortijo de Líbar, desde el carril que viene desde Montejaque (habiendo recorrido en coche aproximadamente 8 km) accedemos al sendero.
 
 
 
Muy cerca del inicio del sendero encontramos la  fuente del Saucillo.
 
 
 
Subimos por el camino, en la dehesa Boyar de Benaoján, entre quejigos y encinas.
 
  
 
Vamos ganando altura poco a poco. A nuestra izquierda observamos los Llanos de Cufría y Pozuelo y la sierra de Montalate.
 
 
 
Seguimos caminando por un terreno pedregoso, entre encinas y quejigos.
 
 
 
 
Pasamos la cancela y la dejamos cerrada.
 
 
De repente la arboleda desaparece, probablemente debido a la actividad de carboneo que antaño hubo en la zona.  
 
 
Nos encontramos algunas dolinas en la subida hacia el Tunio.
 
 
Es un deleite contemplar el paisaje desde aquí, a pesar de las brumas que hay esta mañana.
 
 
 
Un primer plano del Tunio.
 
 
 
En este terreno predomina la roca caliza. Observamos peculiares formaciones rocosas, lapiaces de extraordinaria belleza.  
 
 
En algunos casos, dichas formaciones adoptan enigmáticas formas de caras, esfinges...
 
 
  
Al parecer estas pilas, talladas a golpe de cincel en la misma roca caliza, se utilizaban para la fabricación de hielo. En otros tiempos, estas pilas se llenaban de agua a causa de la lluvia, o bien el agua procedía de la fuente del Saucillo desde la que se transportaba en bestias. Durante las gélidas noches invernales, ésta se transformaba en hielo. Al amanecer, lo recogían para usarlo como refrigerante en las antiguas neveras. También, otras veces, se utilizaba como adicional apoyo a los cercanos pozos de nieve o neveros, que se ubicaban en la depresión que hay al sureste, en dirección a la sierra del Palo. 
 
 
Desde siempre la escasez y las restricciones han sido dos de los principales acicates para la búsqueda de oportunidades. Obviamente, el oficio de nevero era penoso y estaba mal remunerado. Este esforzado hombre de antaño, merece nuestro reconocimiento, admiración y respeto.
 

 
Ser nevero era  de uno de los oficios más emblemáticos de nuestras sierras durante muchos años, e incluso siglos. Lo que en principio comenzó siendo una actividad un tanto oportunista de un recurso escaso en Andalucía, acabó siendo una actividad regulada legalmente, y ofrecida su explotación bajo subasta y gravada con impuestos que hoy se asemejan a los que poseen los artículos de lujo. 

Los trabajos en los neveros comenzaban en primavera después de las últimas nevadas. Cortaban la nieve con palas y la llevaban a los pozos de nieve, donde la prensaban para convertirla en hielo. Al pisar la nieve esta se compactaba con doble finalidad: para disminuir el volumen ocupado y para que se conservara más tiempo en forma de hielo. Después se cubría con tierra, hojas, paja o ramas formando capas de un grosor homogéneo.
 
Ya en verano, se cortaban bloques de hielo que eran transportados a lomos de bestias de tiro durante la noche para evitar que se derritiera, hasta los puertos y núcleos urbanos más cercanos donde eran comercializados. La dureza del trabajo era impresionante, los neveros carecían de abrigos y calzado moderno, y trabajaban en condiciones de frío intenso acumulando la nieve en los pozos.
 
Esta forma de almacenar hielo gozó de gran popularidad durante los siglos XVII y XVIII, hasta el nacimiento de la moderna industria frigorífica. En la actualidad los pozos de nieve y el oficio de nevero han caído en el más absoluto abandono y olvido. La progresiva implantación de fábricas de hielo a partir de 1890 en diversas ciudades fue dejando de lado la red de neveros artificiales y la producción de hielo aprovechando el clima.
 
 
 
Patas verdes en la cumbre del Tunio. Detrás el cerro del Palo.
 
 
 
El desgaste (erosión) de las superficies rocosas por agentes externos (como el agua, el viento o descenso de temperatura) ha ido configurando caprichosamente estas formaciones en las rocas.
 
 
Panorámicas laterales en la famosa cara del Tunio.
 
 
 
Seguidamente continuamos la marcha hacia el pico del Palo.
 
 
Nos detenemos en este lugar, porque antaño en él hubo un pozo de nieve o nevero. Esta construcción como se aprecia está casi derruida. 
 
 
En distintas zonas de los parques naturales de nuestro entorno, encontramos dichas construcciones y sus correspondientes paneles informativos instalados por la Junta de Andalucía que indican lo siguiente:
 
 "Tienes frente a ti los restos de un pozo de nieve, un nevero artesanal, que eran unas construcciones circulares de unos 8 a 10 metros de diámetro, excavados en la tierra y revestido con piedras de la zona. Se construían siempre protegidos de las radiaciones solares, por ello se ubicaban en zonas de umbría y en la cara norte de las montañas. 
La nieve de las últimas nevadas del invierno se almacenaba en estos pozos. Surge así la figura del nevero, persona que se encargaba de transportar la nieve hasta el pozo de nieve, donde se prensaba con grandes mazas de madera llamadas pisones, para convertirla así en hielo, luego se cubría con ramas de pinsapo mezcladas con otras plantas de la zona y tierra compactada, formando una serie de capas (hielo-aislante) para conservar tan preciado tesoro hasta el verano.
Entonces, el hielo era cortado en bloques y se envolvía en unos serones especiales recubierto con helechos y una fina paja llamada tamo, que servía de aislante. Se cargaban a lomos de caballos o burros y se transportaba de noche, para evitar el fuerte calor del día, hasta llevarlos a las zonas de comercialización, donde era usado para conservar alimentos, medicamentos, y enfriar bebidas en las fiestas populares.
Los pozos de nieve se construyeron durante los siglos XVII y XVIII, existiendo pruebas documentales de transporte de nieve a numerosas localidades de Cádiz, de Sevilla como Écija o el Coto de Doñana"
 
 
El siguiente dibujo representa la estructura de un pozo de nieve.
 
 
 
 
Nuevamente afrontamos un repecho.
 
 
A lo lejos la cumbre del Tunio.
 
 
 
La niebla con timidez empieza a invadirnos.
 
  
La cima del Palo está prácticamente a nuestro alcance.
 
 
Vértice geodésico El Palo 1400 m.
 
 
 
 
Vista de Jimera de Líbar.
 
 
El valle del Guadiaro.
 
 
Al fondo el cerro Martín Gil en sierra Blanquilla.
 
 
 
 
La niebla va ganando más terreno. Nos impide otear a lo lejos. Pensábamos realizar la bajada hacia el sur por el puerto del Gastor,  y desde allí dirigirnos hasta los llanos de Líbar. Sin embargo, desistimos y regresamos por el mismo camino.  
 
 
En el Tunio captamos la imagen de esta roca, la cual tiene cierto parecido con una esfinge.
 
 
 
 
Quejigos en la dehesa Boyar de Benaoján. 
 
  
 
Mapas de ruta circular: ascensión a la sierra del Palo por el Tunio.
 

 
Patas saludos. Queda pendiente realizar circular completo. ¡Ánimo!

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