Al campo se va ...

Cortes de la Frontera-Subida al pico de los Pinos

Iniciamos la marcha desde el instituto Andrés Pérez Serrano de Cortes de la Frontera. Abandonamos la carretera Ma-8401 y bordeando el centro, encontramos una pista que debemos seguir.


A pocos metros, encontramos esta caballeriza.

Más adelante la pista queda cortada por una cancela. Seguimos el sendero ubicado a la derecha de la misma.


Este camino confluye nuevamente con la pista anterior. Hasta aquí el sendero coincide con el que tomamos para subir a sierra Blanquilla y el cerro Martín Gil. Ahora debemos continuar en dirección hacia la izquierda, hasta llegar a una arqueta.


Allí tomamos un camino de herradura. Tras pasar un portillo, que dejamos cerrado para evitar que se salga el ganado, comenzamos la subida suavemente en zigzag. 


Al fondo la pista que conduce al puerto de Líbar y sierra Blanquilla.


Detrás panorámica del valle del Guadiaro, donde aún puede verse la niebla.


Seguimos ascendiendo y en esta parte encontramos una zona arenosa, debido a las calizas dolomíticas cristalinas.


La vegetación, que hemos visto en esta zona llamada el Romeral, es típicamente mediterránea: esparraguera, palmito, acebuche, hediondo, aulaga, mejorana, ardivieja, erguén, encina, retama...


A pocos metros nos desviamos hacia el lado izquierdo.


Esta encina con piedras en su tronco, a modo de hito, es la señal para abandonar el camino que traemos. 



La encina queda atrás y pasamos un portillo, que cerramos a nuestro paso.


Ya ha salido la planta Paeonia broteri, que también recibe los nombres de:
rosa albardera, peonía, rosa maldita, rosa de monte, rosa de Alejandría.

Es una planta vivaz, pasa el invierno representada por rizomas subterráneos, brota en primavera y fructifica en verano. Forma parte del estrato herbáceo de los encinares entre 100 y 1700 metros de altitud. Florece entre abril y junio. Es un endemismo ibérico.

Aunque no apreciamos aún la coloración llamativa de sus grandes flores rosadas, por ello, es utilizada en jardinería. Su cultivo en maceta es complicado para esta variedad silvestre, porque el bulbo de donde brota, nacen infinidad de raíces y tubérculos que tienen la necesidad de ocupar la máxima superficie.

Tiene propiedades medicinales como antiespasmódica, sedante y a veces se usa contra las hemorroides. A elevadas dosis puede ser tóxica, antiguamente se usaba contra convulsiones y epilepsia pero dejó de usarse por el peligro que conllevaba. Las y semillas pueden provocar nauseas, cólicos y diarreas. se preparan supositorios calmantes para espasmos anales e intestinales.



Continuamos ascendiendo en zigzag y pronto llegamos a una cancela, que también dejamos cerrada.



Nos adentramos en un terreno más angosto, con abundantes encinas y observamos rocas cuya formas llaman nuestra atención.


Esta planta Daphne laureola (Torvisco macho, adelfilla, aberón, veneno...) es arbustiva perenne de hasta 1 m de altura, glabra, con tallos más o menos erectos, cilíndricos, ramificados de forma alterna, corteza pardo clara al envejecer y con hojas sólo en la parte apical.
Aunque no aparecen en la planta de esta foto, sus flores son de color amarillo pálido o verdoso y su fruto es carnoso, brillante, negro con una semilla ovoidea en su interior. Florece en pleno invierno y sigue hasta el mes de mayo. 


Crece en bosques, en lugares umbrosos de zonas bajas y a la sombra de roquedos, matorrales y pastizales en la montaña, en suelos calizos por lo general  , con algo de humedad y algo  nitrificados , desde los 50 a los 2000 m de altitud.
Las hojas frescas se usan en cataplasmas, cicatrizan las heridas. Debemos ser cautos y dejar la planta para los entendidos, es tóxica.



Desde este punto vemos el pico de los Pinos al fondo.



Llegamos a una dolina, donde los majuelos son enormes. Este ejemplar concretamente, tiene el tamaño de un árbol. 


Hace unos años explicar lo que era un aljibe en alguna zona de la España seca era absolutamente innecesario. Hoy esta palabra de origen árabe (algúbb o al-yibab), despistaría a todos los jovenzuelos de las áreas urbanas. Hacer una casa sin aljibe en el campo era poco menos que imposible. Era la única forma de garantizar el suministro de agua.


Los aljibes son unos depósitos subterráneos que permiten almacenar las aguas de lluvia, recogidas sabiamente a través de canalizaciones, correntías, etc. Toda la sabiduría popular se acumulaba a la hora de construir el aljibe de la casa y poder acumular el agua potable necesaria para la familia y otros usos. En este caso apreciamos el depósito subterráneo, en el lateral de la casa, y las canalizaciones que conducen las aguas de lluvia desde el tejado a éste. El acceso al agua almacenada se encuentra en el interior de la casa. Si vertimos la misma desde el cubo por la oquedad que vemos en la pared, está llega a un pilón adjunto a la casa que servía de abrevadero para los animales.


Los aljibes solían construirse con ladrillos unidos con argamasa. Para evitar las temidas infiltraciones y la putrefacción del agua que contenían, las paredes internas se recubrían con una mezcla de cal, arena, óxido de hierro, arcilla roja y resina de lentisco.



Seguimos caminando por el encinar.


Esta señal en el suelo, formada con piedras, nos indica la dirección a seguir.


Atravesamos un portillo a fin de adentrarnos en el encinar de la Breña Oscura.


Por esta zona se ha llevado a cabo una reforestación del pinsapo,
su carácter endémico, su área de distribución restringida, la dispersión de sus poblaciones y sus exigencias ecológicas, hacen que la especie resulte especialmente vulnerable frente a cualquier factor amenaza que pudiera producirse.


 Durante la ascensión al pico de los Pinos, encontramos este alfanje.
En el enlace correspondiente a la crestería de sierra Blanquilla y la subida al Martín Gil, hicimos alusión al oficio de carbonero y al proceso de elaboración de carbón vegetal en nuestro entorno.


Al mismo tiempo que vamos ganando altura, la vegetación es más escasa. Pronto divisamos los cedros, que según cuentan, sembró el cura de Cortes.


Junto a estos árboles de la familia de las abietáceas, vemos arriba el vértice geodésico del pico de los Pinos.





Patas verdes en la cima del pico de los Pinos (1400 m).


En una roca caliza, encontramos una cruz labrada. Sin embargo, desconocemos al autor  de dicho trabajo.


Desde este lugar, disfrutamos de unas magníficas panorámicas a pesar de las brumas formadas sobre la costa.
El Berrueco, la Pilita de la Reina, el Picacho y la sierra de las Cabras.


Puerto del Calvito y Crestería de la Silla.


El Puntal de la Raya.


Puntal de la Raya, sierra del Caíllo y Peralto, sierra del Pinar, El Reloj y Simancón.



Salamadre, Mojón Alto, Llanos y cortijo de Líbar, peñón de Líbar, crestería Sierra Blanquilla y Martín Gil, sierra del Palo, el Tunio, sierra de Juan Diego y el Ventana.


Sierra Bermeja, Crestelina y el Hacho de Gaucín. 


Una vez descendemos del pico de los Pinos. Desde la señal, formada de piedras, tomamos el carril hacia la derecha.


En dirección a los llanos de la Labranza.


En esta piedra nos desviamos a la izquierda. Descendemos paulatinamente en zigzag.


Abajo un extenso retamal, llamado los llanos de la Labranza y al fondo Sierra Bermeja y sierra Crestelina.


Encontramos una pila tallada en una piedra.



Muy pronto vemos Cortes.



Mapa: circular Cortes-sierra de los Pinos


¡Buen camino patas!

Ubicacion