Al campo se va ...

Grazalema-Pto.Boyar-Pto.Presillas-Yedrales-Simancón-Dornajo-Fardela-Benaocaz

 Iniciamos el sendero por el camino de los Chacornes, que une Grazalema con el puerto del Boyar por una vía pecuaria. Discurre paralelo al río Guadalete, que nace en las inmediaciones del puerto del Boyar. El nombre "charcones" alude a los charcos a los que quedaba reducido el río durante el verano, llegando incluso a secarse en este periodo.
 
 
 
Debido a las bajas temperaturas el agua de estos charcones se ha solidificado, formando bloques de hielo de un espectacular grosor. 
 
 
Llegamos al templete ubicado en las cercanías del puerto del Boyar.
 
 
Allí nos dirigimos hacia el sendero del puerto de las Presillas y pasamos una cancela que dejamos cerrada. 
 
 
En distintas zonas de los parques naturales de nuestro entorno, encontramos sus correspondientes paneles informativos instalados por la Junta de Andalucía que indican lo siguiente:
 
"En este terreno el karst funciona como una gran esponja que recoge, a través de fisuras, simas y dolinas, el agua procedente de la lluvia y la fusión de las nieves. Una vez en el medio subterráneo el agua penetra en profundidad hasta encontrar el nivel freático local, para posteriormente circular horizontalmente, por medio de complejos sistemas de galerías. Las descargas de estos acuíferos kársticos se realizan mediante surgencias naturales. 
 
 
El nacimiento del río Guadalete constituye una de estas surgencias naturales. En este caso su presencia se debe al contacto entre los materiales permeables de la sierra del Endrinal (calizas) y los materiales impermeables que afloran en el corredor del Boyar (arcillas y margas) los cuales actúan como nivel freático local.
 
Los manantiales contribuyen a suavizar el régimen torrencial y estacional de las precipitaciones, característico del clima mediterráneo, participando también activamente en la conservación de la biodiversidad local. Por un lado, en torno a las salidas de aguas subterráneas se generan hábitats de interés que albergan especies y comunidades singulares. Por otro, los recursos hidrogeológicos favorecen una mayor estabilidad en los aportes de agua a los cursos fluviales que alimentan, beneficiando así a los ecosistemas naturales que se desarrollan en torno a ellos. Además son recursos estratégicos para el abastecimiento de las poblaciones serranas.
 
El habitante de la sierra ha valorado desde antiguo sus nacimientos y manantiales, siendo lugares especialmente cuidados. Estos lugares son muy frágiles y sensibles a la contaminación."
 
 
Otro panel de la Junta de Andalucía nos indica:
 
"Nos encontramos ante los restos de construcción de una antigua calera. Este método artesanal de obtener la cal era relativamente frecuente en estas sierras hasta mediados del siglo XX.
 
La roca caliza, tan abundante en esta zona, presenta la particularidad de adquirir las características propias de la cal viva (óxido de calcio) si son sometidas a la acción del calor.
 
 
Su funcionamiento consistía en colocar una cantidad importante de piedra caliza, dejando un hueco donde se prendían restos vegetales del entorno. La estructura exterior era lo suficientemente sólida para soportar durante tres días y tres noches altas temperaturas de cocción. El alto consumo de restos vegetales como combustible contribuía a la mejora de los pastizales de montaña y a la prevención de los incendios forestales, participando en el diseño del paisaje y el uso múltiple del territorio.
 
La cal fue hasta el siglo pasado como el cemento en la actualidad, se mezclaba con arena o arcilla para unir piedras o ladrillos. Se utilizaba también para desinfectar las cuadras y el agua en los aljibes; para hacer desaparecer los cadáveres de las tradicionales matanzas; como abono para la tierra y para enlucir las viviendas, proporcionando a nuestros pueblos esa blancura tan típica." 
 
 
Los picos Monete y San Cristóbal.
 
 
En el puerto de las Presillas comenzamos el ascenso hacia la base de los Yedrales y del Tajillo Ladeado o pico del Pescador.
 
 
 
Dos paneles informativos más:
 
"Las dolinas o torcas son depresiones de forma cónica o irregular, cuyo diámetro oscila entre los tres y veinte metros. Se originan por la infiltración del agua a través de la intersección de fracturas o diaclasas en las calizas, lo que genera una pequeña forma de disolución circular que progresivamente se va agrandando.
 
Las dolinas pueden manifestarse de diferentes formas, aunque sean resultados del mismo proceso. En algunos casos aparecen como depresiones o zonas llanas en el terreno, de contorno más o menos circular. En otros casos se caracterizan por bordes abruptos o simplemente por grietas que continúan hacia el interior del macizo y por las que el agua discurre hasta capas más profundas.
 
Las dolinas se originan por la disolución de la caliza en los puntos donde se estructuran las fracturas. La disolución progresa haciendo que la dolina adquiera forma de embudo que conecta con el sistema de galerías y cavidades subterráneas.
 
En el fondo de muchas de ellas aparece relleno por arcillas rojas de descalcificación o terra rossa, que no son sino el residuo de la disolución de las calizas. Constituyen suelos relativamente fértiles, muy apreciados en las zonas montañosas como pastizales.
 
Pastores y ganaderos han aprovechado desde antaño estas depresiones para la delimitación de corrales, apriscos o cabañas, o para construir pequeños pozos de nieve.
 
 
"Abajo vemos el pozo-pilar de las Presillas, del monte sierra del Endrinal, elemento etnográfico vinculado al importante uso que de la ganadería se hace en esta sierra desde el siglo XV.
 
El pilar abrevadero abastece las necesidades de agua de la ganadería ovina que pasta en este monte de propiedad pública, representando a su vez un importante elemento para una amplia variedad de fauna silvestre, principalmente anfibios y pequeñas aves; y contribuyendo de este modo a la rica biodiversidad del ecosistema mediterráneo de montaña.
 
El abrevadero se alimenta con el agua que brota del pozo construido en tiempos pasados por los ganaderos de la zona. Este tipo de pozo se estructura mediante un brocal fabricado en mampostería en seco, tras excavación del terreno hasta llegar a una capa de suelo impermeable. La localización del mismo, en la ladera de una cañada en forma de U, en un terreno kárstico y donde el nivel freático fluctúa en función de la climatología, condiciona un abastecimiento escaso, pero suficiente, de un bien apreciado y necesario como el agua.
 
El abrevadero está compuesto de cinco pilares labrados manualmente, con martillo y cincel, sobre la roca caliza del lugar; y rematada su solera, en todo su perímetro por un encachado de piedra al objeto de la estabilidad y sanidad del conjunto.
 
Es este un ejemplo más de cómo el hombre, adaptándose al medio a través de los usos que del territorio ha realizado a lo largo de la historia, ha contribuido al modelado del paisaje así como a la sostenibilidad y riqueza del monte mediterráneo."
 
 
Abajo el pozo-pilar de las Presillas y el pequeño nevero ubicado en una dolina.
 
 
Seguimos poco a poco subiendo.
 
 
 
Llegamos a un pequeño portillo, que pasamos y dejamos cerrado para seguir el sendero.
 
 
 
Las vistas panorámicas van mejorando conforme ganamos altitud.
 
 
 
Nos encontramos una covacha.
 
 
 

 
En este lugar aparecen oquedades, que se sumen en el abismo de las rocas.
 
 
 
 
 
 
 
En la sierra del Pinar hallamos a la derecha los picos Monete y San Cristóbal.

 
Al fondo el Simancón.
 



 
 
Nos acercamos a la falda del Simancón, para girar en dirección hacia el sur.
 
 
 
La Silla a la derecha, atrás la sierra de las Cabras y a la izquierda el Picacho.
 
 
Ahora empezamos a descender.
 
 
Bajaremos por la pedrera que se ve al fondo en la zona de sombra.
 
 
Pasamos el portillo y lo cerramos.

 
 
 
Atravesamos la pedrera.
 
 
Perspectiva de un quejigo deshojado.
 
 
 
 
 
Llegamos a las ruinas de la casa del Dornajo cruzando unas eras. Ésta tuvo dos pisos y era todo un cortijo, lo que nos da idea de la importancia que debió tener cuando activa, con su abundante ganada, sus abundantes aguas (al menos con tres manantiales cuenta) y su huerto.
 
 
Más adelante vemos la fuente con sus tres piletas y tritones en ella.
 
 
 Cerca de la fuente pasamos y cerramos esta cancela.
 
 
Bonita panorámica de la dehesa de la Silla.
 
 
Casa de Fardela, próximos a ella se ubican los nueve pilones. Seguimos en dirección sur.
 
 
Finalmente un panel nos informa en la fuente del Tejar:" Que dicha fuente posee un caño que vierte en una magnífica caja para abrevadero del ganado y lavadero.
 
La curiosidad de esta pila es que según cuentan los más ancianos se trata de un antiguo sarcófago romano.
 
La tapa de dicho sarcófago se hallaba situada a los pies de la pila, y el agua que rezumaba de ella iba cayendo y surcando por encima de la misma hasta tallar un pequeño canal.
 
En el caso de esta fuente y su lavadero, comenta la gente que era apreciado porque ponían la ropa a secar en las rocas calizas próximas y dicen que la ropa parecía que blanqueaba más. 
 
 
Barrio nazarí de Benaocaz.
 
 
Los restos arquitectónicos visibles corresponden a los siglos XVII y XVIII, momento en el que el pueblo alcanza un mayor esplendor y se reforman la mayoría de las viviendas. Hoy día, el barrio conserva el entramado urbanístico parcelario y la volumetría de las casas de época musulmana. Se ven estrechas calles empedradas, viviendas fortificadas a modo de torres, puentes y fuentes alrededor de las que se desarrollaba la vida de sus habitantes.
 
Los restos más antiguos encontrados en el propio barrio pertenecen a época romana tardía (siglo IV d.C.). Sería por entonces un lugar de paso y control hacia la Manga de Villaluenga, vía natural de comunicación con la serranía de Ronda desde la prehistoria. 
 
Existen restos almohades, pero tras el desplazamiento de la frontera a mediados del
siglo XIII hacia nuestra zona, Benaocaz se configura como uno de los enclaves situados en la frontera occidental. En 1485 se conquistó Ronda y se sometió la serranía de Villaluenga. Posteriormente en 1490, toda ella se concedió en señorío a Rodrigo Ponce de León, entonces duque de Cádiz.
 
De las siete villas que conformaban el señorío de los Ponce de León en la serranía (Villaluenga, Archite, Benaocaz, Aznalmara, Ubrique, Grazalema y Cardela), se despoblaron algunos durante la mitad del siglo XVI (Archite, Aznalmara y Cardela), manteniéndose las otras villas que existen en la actualidad.
 
 
 
 

Ubicacion